23 agosto 2016

Indonesia, un paseo por Sumatra y Java



Hay viajes que se convierten en muy especiales, viajes que nos marcan más de lo que hubiéramos imaginado. Quien lee este blog conoce mi pasión por Asia y por ello no os sorprenderá que haya elegido un país asiático para desconectar de mi vida y mis rutinas en Madrid. Indonesia siempre ha estado en mi lista, por el exotismo que transmite, por su mezcla de religiones y de cultura, por sus playas y sus gentes, por lo idílico que representa... y me alegra especialmente haberlo elegido en esta ocasión en lugar de ir a Sri Lanka, y me sale una sonrisilla al escribir esta frase...

Tengo buenas razones para pensar que "yo tenía que estar allí", en ese tiempo y lugar, un viaje que repaso con nostalgia y que recordaré con verdadero placer el resto de mi vida. Me da por pensar que en ocasiones tomamos nuestras decisiones precisamente para dejar que sucedan los hechos que nos merecemos y esta es mi conclusión después de lo vivido en Indonesia. Pensar en esto despierta en mí una amplia sonrisa, me encanta esta sensación.

Maratón de islas, wowww!! Muchos pensaréis que es una locura llamar a este plan vacaciones pero en la vida cada uno elije el modo de sentir bienestar. No obstante, siendo objetiva, os confieso que ha sido excesivo por la cantidad de horas de autobús y de aviones en solo dos semanas; pero me quedo como siempre con lo positivo, he desconectando, me he divertido y, lo más importante, me he encontrado con personas que con agrado voy a conservar en mi agenda y en mi vida, especialmente con alguien a quien quiero seguir conociendo, a quien permitiré que me conozca y con quien seguro compartiré más momentos.

Siendo honesta, y lo cuento por si le sirve a quien que esté pensando viajar a Indonesia, creo que si contáis solo con dos semanas lo más sensato y descansado es dedicarlas a Bali en profundidad o dos islas como máximo. Eso sí, reconozco que el stop en Sumatra para conocer un poco de su cultura batak y ver orangutanes "en su hábitat", y posteriormente visitar en Java dos de sus templos más representativos ha sido una maravilla, pero agotador.

Resumiré el viaje en dos post, uno con mis impresiones sobre el norte de Sumatra y el este de Java, y un segundo sobre Bali, que bien lo merece. Un relato dedicado con mucho cariño al Hombre que con sus conversaciones y su compañía ha convertido este viaje en algo superespecial para mí, pues creo que juntos hemos rodado sin pretenderlo un capítulo importante de nuestras vidas. No estaba programado, por mi parte ni siquiera deseado, pero cuando no necesitas y no buscas el Universo va y te presenta a quien mereces, y mi intuición me dice que habrá muchos más viajes y momentos que disfrutar y recordar porque además de ser ambos personas valiosas y excepcionales, tenemos valores comunes y nos complementamos.

Adelante con Sumatra! Hemos estado en el norte de la isla, que es la más grande de Indonesia, para que os hagáis una idea de dimensiones similares a España, ahí es ná. Una zona con muy poco turismo, cuyo plato fuerte para mí ha sido ver orangutanes; para mí esto ha sido realmente fascinante: el paseo por la selva y verlos en su hábitat. Iba yo con mis miedos, no os creáis, pero me han cautivado estos animalillos, hasta emotivo ha sido verles con sus crías trepar y saltar de árbol en árbol, comiendo plátano y hasta piña de nuestras manos, jeje en fin, un día estupendo en mi vida.



Nos contaba el guía que hasta los años 70, 80 algunas familias con alto poder adquisitivo tenían un bebé orangután como mascota en su casa al que trataban como un miembro más de la familia que comía en la mesa con cubiertos y todo, y hasta fumaba si se daba el caso... Tremendo y penoso espectáculo. Y esto que puede parecer gracioso no lo es tanto, especialmente cuando llega la parte más negra, y es que para apropiarse del bebé y evitar ser atacados por su madre, la mataban... 

Los orangutanes pasaban un tiempo en cautividad y tras un aprendizaje, les enseñan a sobrevivir en su hábitat natural, a trepar a los árboles, a comer hojas del árbol en lugar del plato, a beber de la charca en lugar del vaso... pues les liberan en la jungla. 


La verdad que es increíble el parecido con los humanos, con algunos más que con otros jejeee, bueno, me refería a sus ojos y su mirada y sobre todo sus manos, te cogen el trozo de plátano con mucho cuidado y le van dando al bebé gorila que tiene a su lado su parte. Muy tierno, me ha encantado incluso emocionado, no solo los orangutanes, el entorno en sí mismo merece la pena.



Pasamos dos noches en el lago Toba y visitamos pueblos típicos situados en la isla de Samosir (Ambarita y Simanindo), son  interesantes por la arquitectura de sus casas, peculiares sus tejados. Es curioso de ver pero tampoco impresionante, al menos no lo más impresionante que han visto mis ojos. El entorno natural del lago lo hace más agradable, pero no deja de ser un lago, como tantos otros.

Lago Toba. Atardecer en buena compañía.

La etnia de los batak son una de las tribus guerreras que viven en esa zona de Sumatra, tienen creencias animistas y tengo que decir que unas costumbres para mí imposibles de comprender pues hasta el 1816 practicaban la brujería y el canibalismo, sí, se comían a sus enemigos y a los culpables después de juzgarlos según sus leyes y matarlos… fueron los holandeses los que les empujaron hacia el catolicismo protestante. 


Algunos viven aún en estas casas tradicionales que comparten con varias familias cada una con su cocina, eso sí, esto me hizo mucha gracia!, apenas hay espacio pero ¡no sin mi cocina!, bastante simples de construcción pero me llamaba la atención lo que se esmeran en decorar los cementerios y las tumbas. 







Estas casas las podemos visitar en algún pueblo donde viven familias más tradicionales, y ellos son bastante amigables con los turistas.



Después de Sumatra nos fuimos a Java, una isla volcánica y de las zonas más pobladas del mundo. Java se ve más moderna, aunque tienen muchas aceras pendientes de terminar, bueno, en realidad todas! y eso que es el centro político y financiero del país... también aloja templos que me resultaron muy interesantes. La gente se percibe más abierta y afable que en Sumatra, quizás están más habituados a ver turistas o por su propia personalidad.

En nuestro caso, para volar de isla a isla tuvimos que ir vía Yakarta, con el inconveniente de tener que dedicar todo el día en desplazamientos y conexión de vuelos internos.

En Yogyakarta visitamos el templo de Pranbanan, uno de los mejores lugares históricos del Sudeste Asiático, me encantó, aunque en mi opinión lo supera la belleza de Angkor Wat, en Camboya. 









Si ese templo es la representación del budismo en esta isla, los hinduistas contemplan orgullosos el templo de Borobudur, con su gran despliegue de campanas, realmente precioso también.





Otro momentazo que me ha hecho disfrutar ha sido ver el volcán Bromo. Levantarse a las 3am, formar parte de la procesión de jeeps, alucinante! para que las nubes nos impidan ver el sol no ha molado, pero esa posibilidad existía, y ante una situación que no depende de uno lo mejor que podemos hacer es aceptarlo y tratar de disfrutar las horas posteriores a ese amanecer, porque eso sí que ha merecido la pena!! Lo menos agradable es el circo de caravana que se monta con tantos coches y turistas, hasta llegar a un mirador donde estábamos tan apiñados que nos preocupan las escasas medidas de seguridad que adoptan, más que escasas inexistentes, con una barandilla de madera sin protección alguna que te lleva directa al volcán, así, directa.



Vistas desde el volcán Bromo


Y hasta aquí mi crónica de momento. Continuará con Bali...