25 febrero 2014

Admitiendo mis errores

Hola, 

Me dirijo a ti, pero lo cierto es que esta carta es también para mí. Admito que me equivoqué y si me pongo en tu lugar comprendo que herí tus sentimientos puesto que eres también una persona sensible; desde luego que no estoy orgullosa de mi forma de transmitirte mi malestar porque es cuanto menos mejorable, ya he tomado nota y me disculpé contigo porque sentí que tenía que hacerlo.

Me permito equivocarme y acepto mis sentimientos, por ejemplo me ha dolido que a raíz de mis palabras y mi enfado te enfoques y me recuerdes esa situación e incluso lo hagas en términos que jamás he empleado, porque ni es bonito ni sirve... quizás como si pretendieras hacerme sentir culpable o que llegara a pensar que el problema lo he provocado yo!? Me ha dolido pero ya ha dejado de importarme pues ni soy responsable ni me siento culpable de ciertas cosas que me achacaste, ni mucho menos de actitudes tuyas que por tu parte también se han repetido, que sabías que me disgustaban y que han sido el origen de mi enfado y de mi tristeza escondida. Pienso que con ese enfado yo ya estaba decidiendo, ya estaba decidiendo que a mí no me convenías. Me gustaría que comprendieras que tengo que protegerme y cuidarme:-)

Hay algo que te agradezco de corazón que me hayas dicho, porque además tienes razón, y es que tengo que ser menos impulsiva en mis respuestas y pensar un poco antes de hablar. Efectivamente se debe pensar antes de hablar, al igual que se puede pensar antes de actuar, pero los errores no nos convierten en peores personas ¿no te parece?, no en mi caso. Y no en el tuyo. Creo que ambos compartimos valores de peso.

Confieso que me hubiera encantado saber que es lo que te ha impedido ver y (al menos intentar) comprender mi punto de vista, pero dado que parece que no te ves responsable de nada y que no hay interés por tu parte por querer comunicarte, yo he decidido perdonarme y perdonarte. A mí esta situación me ha servido de aprendizaje y perdonar forma parte de ello, no se trata de que me des la razón pero valoro el aprecio que aún te tengo por encima de otras cosas y por ello agradezco al Universo que te haya puesto en mi camino :-)

En ocasiones sentimos que nos afecta el estado de ánimo de una persona y es porque ese alguien nos importa y por tanto significa algo para nosotros. Y así era y es, al menos por mi parte. Mi aprecio por ti en lo personal (en lo profesional tendrás siempre toda mi admiración!) y el hecho de admitir mis errores me hubieran llevado encantada a continuar con esa amistad y claro que hubiera aceptado (no compartido) tu forma de ver las cosas como parte de tu saco de defectos del mismo modo que yo acepto los míos; pero como resulta que no era el caso, ambos impedimos que así fuera, y ya que no vamos a compartir tiempo, únicamente te deseo lo mejor. Cuídate mucho!
 
Un abrazo,
Ana

Actualización: 30 septiembre

Cosas del Universo!, meses después :-)

23 febrero 2014

Ayayayyy, los rechazos!


Tratar de resolver diferencias en una amistad es un acto de valientes pero no siempre es algo que dependa de uno mismo, en este caso de mi misma. Es algo que me propongo con ganas cuando valoro y aprecio a una persona y recibo señales de que está molesta conmigo, y me lo planteo también entre otras razones porque siento que me gustaría buscar la forma de hacerle ver que no soy perfecta y que tengo fallos como cualquier humano.  

El caso es que aquel enfado dio lugar a una despedida nada ejemplar y esto había producido el enfado y malestar en esa persona, totalmente comprensible. Y una que se enfadó, el otro que se indignó, ella que se calló, total, que uno por otro la casa sin barrer... Pienso que existía una incompatibilidad entre las necesidades de cada uno, y por otro lado sentía que quería hacer algo positivo porque ninguno de los dos nos merecemos sentirnos mal e ignorados por el otro, obviamente esto es mi opinión. 

Ante todo, le digo de nuevo que lo siento si le he herido con mis palabras (y me lo digo a mi misma), y que me encantaría que habláramos. Creo que aquel día trató de ser cordial y dijo sí pero sin convencimiento, pues han pasado días y no creo que necesite resolver nada al respecto para continuar con su vida. 

Nuevo intento. Hoy me arriesgo, me como mi orgullo (algo a lo que también estoy prestando atención), y ya analizados y aceptados mis errores, trato de comprenderle; y aunque siento las señales de su indiferencia propongo de nuevo una conversación, sin marcar fecha, no está mal para aclararnos... Soy consiente de que las respuestas pueden ser variadas y entre ellas la que menos me gustaría (en ese momento la "no" respuesta), pero prefiero que me den calabazas o me ignoren a quedarme con dudas el resto de mi vida. En su opinión hay cosas que hay que dejar así. No sé si por deseo, por convencimiento o por orgullo. Imagino que por convencimiento pero el motivo no me importa tanto, es tajante y está claro que no encajo en su vida, (ni él en la mía) pero he de reconocer que si su objetivo era castigarme hoy lo ha conseguido. Apostar por el entendimiento es cosa de dos. Le comprendo, le respeto y acepto su postura y esta situación que ambos hemos provocado, por tanto no le voy a insitir más. Superbuen fondo tiene este hombre, quizás esta vivencia le lleve también a un aprendizaje personal (si es que lo necesita) porque yo al menos la estoy aprovechando para esto! y en cualquier caso le deseo que se cruce con una mujer con la que conecte maravillosamente bien. 

Tic tac tic tac

Reflexionando


Estoy satisfecha porque he tenido buena predisposición para ello, porque lo he intentado, porque he contemplado la opción de ser rechazada y lejos de evitar el posible rechazo, he preferido arriesgarme. Confieso que a mí me hubiera gustado tener esa conversación, escucharle y que me hubiera escuchado y hablarle de los motivos de mi enfado, en parte por justificarme (obvio, y no digo que sea algo positivo) pero sin pretender que me de la razón, únicamente para sentirme escuchada y en último término valorada; al menos cambiando impresiones podíamos haber aprendido juntos de los errores de ambos, en parte de comunicación. He encontrado la solución en visualizar una imaginaria conversación:-)

Me siento rechazada, las cosas como son, ahora estoy enfadada conmigo misma y también triste. Pero prefiero pensar que ese rechazo, en realidad cualquiera, no tiene que ver conmigo pues no deja de ser su opinión así que no tiene mucho sentido que una sola opinión me afecte, ni a mí, ni a mi autoestima. Ea!!

Acepto su rechazo, la verdad es que el solo hecho de ponerlo en palabras está siendo de gran ayuda. Aceptar es algo grande, implica comprender a la otra persona, sus sentimientos y sus motivos; sin juzgar y sin forzar nada más. Es obvio que con ocuparme de mi vida tengo bastante y que todos tenemos derecho a rechazar, yo misma he rechazado a otras personas, así es que lo más inteligente es aceptar que hemos perdido la posibilidad de esa amistad y pasar página.

Aprendo y me olvido. Sé que no soy perfecta pero ahora que he visto objetivamente la situación, recapacitado y aprendido de ella, acepto mi responsabilidad pero sigo con mi vida porque tengo cosas y gente magnífica encantados de compartir mi tiempo! Para ello voy a pedir apoyo a mis amig@s porque aceptarlo no significa que no me duela; voy a recordar todas las buenas decisiones que he tomado en mi vida; voy a hacer mi DAFO personal, a recordarme todas las buenas cualidades que otras personas (familia, amigos, exparejas, compañeros, jefes y menos conocidos) han visto en mí y las fortalezas que yo misma sé que tengo. Y mañana voy de compras! Ea!

Y es que si yo no estoy de mi ladooo... mal vamos!

El perdón forma parte de este proceso y he aprendido que es superimportante hacerlo, por eso, me estoy perdonando a mi misma y le perdono a él también, porque me ha hecho daño sin saberlo.

Se trata de aceptar un rechazo de forma inteligente, y esto incluye lágrimas porque la tristeza se siente:-)

 

"Amigo mío, conócete a ti mismo, porque una vez que nos conocemos a nosotros mismos, podemos aprender cómo cuidarnos" 

Sócrates

 

21 febrero 2014

El valor de las cosas

Nadie tiene la capacidad moral, ética, intelectual y emocional suficiente como para ponerle un valor a otra persona.

"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?"

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…- y haciendo una pausa agregó: Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-Encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien- asintió el maestro.

Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.

-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda. 


Visto aquí:

http://www.cuentoszen.com/el-valor-de-las-cosas.html

19 febrero 2014

Mente fuerte, mente sabia

Al igual que es importante tener en cuenta y hablar de lo que aportan cualidades como pueden ser el optimismo o la tenacidad, también es de sabios poner atención en cosas que las personas que precisamente lo son y que sacan el mayor potencial posible de su fuerza mental tratan de evitar, digamos que llevan una vida de este estilo:

Asumen las responsabilidades de sus decisiones, de sus acciones y de los resultados que ellas provocan. Aprenden, agradecen al universo o a lo que consideren y punto, pero no dedican mucho más tiempo a marear la perdiz. Sigo con mi vida! Ea!

Comprenden que en la forma de controlar y gestionar sus emociones, y en qué y cómo son sus respuestas, está lo importante, y son ellos los que tienen el poder de decisión, nada de compartirlo ni dar oportunidad a otros. Qué es eso de regalar energía!?

Están encantados con los retos y los desafíos que surgen en sus vidas, cualquier cosa que implique un cambio les aporta vidilla y energía, el aburrimiento es su miedo.

Evitan las quejas que ellos no pueden resolver, porque piensan: si se escapa de mi control y no está en su mano arreglarlo para qué voy a consumir energía!? En realidad la respuesta y la actitud es lo único que se puede controlar, y ambas cosas lo hacen de lujo.

Conscientes de que es imposible caer bien a todo el mundo, y que no estamos en el mundo para agradar a todos los seres con los que nos relacionamos, hay que saber decir que no, de la mejor forma posible eso sí, pero no sin comerse el coco por haberlo dicho. Son capaces de soportar los enfados de otros y resuelven la situación regándola con humor.

Una cosa es aprender de lo vivido y tenerlo presente por si se repiten las circunstancias y otra recrearse en ello… Ellos invierten su energía en el universo del presente y de un futuro óptimo.

Repetir errores, ay! esas acciones que repetimos con la esperanza de obtener un resultado diferente y mejor del que hemos llegado antes? La perseverancia hay que enfocarla de otra forma, es decir, hay que ser reflexivo y aprender, fácil!.

Nivel de resentimiento respecto al éxito de otros, cero. Piensan en qué pueden hacer para lograr su propio éxito, y desde luego que manifiestan alegría sincera por el éxito de los demás.

Tirar la toalla, nunca. Ven en cada fracaso una oportunidad para mejorar y por ello dan la bienvenida a los fracasos pues aprenden de ellos y les permiten acercarse a sus objetivos finales.

La soledad es necesaria, pero no solo eso, es disfrutable. Usan su tiempo de inactividad para reflexionar, planificar y para ser productivos. No significa ser antisocial, pero su ánimo no depende de estar acompañado porque resulta que son felices con y sin gente.

Lo inmediato no es bueno, hay que ser paciente, ellos viven a largo plazo porque saben que lo importante lleva su tiempo. 


La verdad es que me identifico con muchas de ellas y en el camino estoy con otras!! 

Visto aquí, brillante post!

18 febrero 2014

Aprendiendo de mi enfado

Cuando decidí invertir en mi desarrollo personal y prestar atención a esas parcelas de mi persona y vida que tengo más olvidadas y en sombra, no me quedaba ni queda otra que ser coherente y analizar todo lo que va surgiendo y me preocupa, en este caso, me paro a observar el enfado al que me refería hace unas semanas. Dicen los expertos que nos enfadamos debido a nuestro nivel de exigencia y a las altas expectativas que nos hemos creado sobre una persona o una situación. Además, dicen que los enfados se producen bien por cosas que no aceptamos de nosotros mismos (necesidades que no fueron cubiertas durante nuestra infancia) o también, una segunda causa sería porque revivimos de alguna manera con esa persona escenas o situaciones que nos han afectado bastante y profundamente en nuestra vida (porque las hemos vivido en primera persona, visto en otros o incluso hay quien afirma que fue en nuestras vidas pasadas...). Por tanto, tiene todo el sentido que, emocionalmente hablando, nuestros enfados hacen toc toc en nuestro cerebro para darnos información sobre el tipo de personas y de situaciones en las que deberíamos poner atención ya que es obvio que si hay algo que nos remueve por dentro es porque algo no va bien en nuestras vidas. Y en nuestra mano está arreglarlo:-)


Y aquí estoy, destripándome emocionalmente que dicen. Escuchando a ese enfado y las posibles necesidades que tenía no cubiertas; aunque en concreto este caso sucede que me recuerda a algunas situaciones vividas hace años y me parece que me he preocupado un poco al detectar los paralelismos con aquella relación. Había conseguido darle neutralidad, eso sí, y en realidad no es que ellos se parezcan, en absoluto, pero ciertos pequeños detalles que han venido a mi mente han derivado en que me haya puesto a la defensiva, reprochándole en exceso y lo que es peor: obviando hablarle de lo positivo de la historia. Es como si se hubieran activado en mí unas alarmas que me "obligan" en el momento presente a defenderme y a marcar distancia, imagino que por miedo a que se repitan situaciones que me disgustaron en gran medida tiempo atrás.

Sigamos. Me siento enfadada. Empiezo por reconocer y aceptar mis errores, mi falta de comunicación y mi lamentable gestión de esa emoción que surge... Sin entrar en si tengo o no tengo parte de razón, no estoy orgullosa de mi comportamiento, reconozco que enfadarme y despedirme con un reproche no es bonito; pero si hubo algo que me hizo sentir mal, (ciertamente lo hubo), no se trata de ignorarlo aunque si que es cierto que debería haber hecho un mayor esfuerzo por recordar lo positivo que habíamos tenido y sobre todo emplazarle a otro momento y hablarle en términos de necesidades en lugar de hacerlo con reproches. 

Cuando soy consciente (hoy) de que he herido con palabras y hechos a una persona (en este caso hombre, pero la sensación es la misma si fuera una mujer), me siento mal y pienso que realmente no se lo merece, independientemente de que hiciera algo que me molestara, también hizo otras cosas dignas de ser agradecidas y esto no se lo dije ni siquiera en bajito.... Pedirle disculpas fue lo siguiente que hice, me gustó hacerlo, y realmente ese “Siento haberte herido con mis palabras” salió de mi corazón. Y se quedó en el camino de ida...
 

Después de tantas horas invertidas y dedicadas a mi desarrollo personal me parece mentira que no haya sabido manejar mejor mis habilidades, que las tengo, pues en otras circunstancias complicadas sí he sabido gestionar bien mis estados emocionales. Esto también me duele y ante todo he decidido perdonarme no sin antes reflexionar sobre ello, sobre el enfado, sobre esa relación del pasado, sobre todo lo que necesito y no tengo pero me gustaría... He decidido perdonarme y también perdonarle, no pienso vivir con rencores y es la forma de avanzar, porque no hubo mala fe por parte de ninguno de los dos. Mucho para pensar y tomar acciones.


Por tanto, escucho a mi enfado e indago en los sentimientos que me llevaron a él. Se trata un poco de convertir la porquería que está ahora mismo en mi mente en un apetecible pastel. Y en ello estoy:-)

13 febrero 2014

San Valentín





Yo que siempre he sido Anti-SanValentín, por el hecho de la obligatoriedad impuesta y del valor comercial que se le da a la fecha, confieso que me gusta compartir y sorprender de vez en cuando a la pareja con la que ha llegado a esos niveles de complicidad y felicidad que nos hace vibrar y sonreir.



Independientemente de la fecha que señale el calendario me encantaría celebrar con ese alguien-hombre que de alguna manera sea impulsor de mi vida, que me respete y apoye; curioso e intuitivo, de quien aprender, que me enseñe cosas importantes y valiosas para mí; con quien compartir risas y sonrisas dado que el sentido del humor es fundamental en mi día a día. Alguien por quien sienta admiración, por él y por sus valores, y algo también muy importante, alguien que crea que podemos mejorar como personas.