29 agosto 2011

Migajas de cariño, no gracias


Conocemos a alguien que nos atrae, nos gusta y apostamos por dedicarle con agrado parte de nuestro valioso tiempo. Los humanos somos así de poco prácticos algunas veces, primero nos emocionamos y después pensamos sobre ello, (pero muuucho después), y cuando conocemos a ese alguien no nos paramos a pensar si somos compatibles, confiables, si tenemos intereses similares y objetivos comunes; pasa el tiempo, y cuando la razón compite con la emoción, comenzamos a ver claro que el otro no resulta ser como uno creía que era, es... pelín diferente.

Pienso que sólo merecería la pena hablar de cierta esperanza en aquellos casos en los que esa relación afectiva que tenemos con un Ser que nos gusta y que para nosotros es especial, nos entusiasma, nos llena de felicidad y de equilibrio, nos demuestra con hechos que le importamos y le interesamos. Pero cuando pesa más la incertidumbre y la insatisfacción, ¿para qué continuar? 

Antes pensaba que la historia podría cambiar y avanzar pero eso no va a suceder. Tengo claro que no es posible cambiar el carácter de alguien, ni su actitud ante la vida, ni sus costumbres, ni sus aspiraciones y sus objetivos... En definitiva, lo que es importante y profundo para una persona ya adulta se va a mantener, y si estas son cosas y aspectos que ahora me chocan, y en ocasiones me disgustan y me resultan insoportables, es mejor aparcar la historia a tiempo y cambiar de hombre. 
 
Es obvio que este guión necesitaba un desenlace y por eso he escuchado las señales y he decidido ponerme yo también en modo racional, como él piensa. Cuando me río al pensar que es un ser peculiar, que se autoprograma cuando cree que tiene y debe ser cariñoso, que todo el mundo tiene sus manías, cuando justifico su indiferencia, ejem, no estoy siendo sincera conmigo misma porque en el fondo me aburren sus rutinas y tanta racionalidad; prácticamente todo es predecible a su alrededor, apenas me aporta algo nuevo y divertido, y para colmo de males, últimamente me he dado cuenta que añoro algunas de mis relaciones anteriores, es decir, no es que las eche de menos, fueron magníficas mientras duraron, pero sí echo de menos lo bien que me sentía y me hacía sentir, las ilusiones comunes, lo mucho que me valoraba esa persona y todo lo que sumamos juntos, además del feedback constante! 
 
En este caso, se trataba de una historia en la que existían grandes dosis de descompensación, intereses y objetivos divergentes, poca comunicación, y lo más grave, mi sensación constante de que no me gusto como me comporto, no soy como yo soy ni como deseo ser; estaba perdiendo expresividad y naturalidad, precisamente para no involucrarme demasiado en la historia, y adaptándome a la forma de ser de otra persona, a esa forma de ser que al principio me hacía gracia pero que se iba convirtiendo en bastante insoportable... 
 
Migajas de cariño para mí no son suficientes. Quiero a alguien que sea cariñoso, no que decida ponerse en modo cariñoso X veces por día, mes o semana. Y a mí que me lleven en bandeja! Y que me permita que le lleve yo a él. Esa es la idea:-)