22 mayo 2009

El placer de viajar con uno mismo

Sin lugar a dudas hacer un viaje sólo, sirve. Sirve, y mucho, porque nos ayuda a desenvolvernos en muchos aspectos de la vida que nos brinda el viaje en sí. Nos sirve, vaya si nos sirve, para aprender a codearnos con nosotros mismos y a soportarnos en esos momentos de euforia y de tristeza que nos acompañarán seguro. Nos enseña además a gestionar nuestro tiempo, a ser más organizados, a tomar decisiones rápidas ante los imprevistos... Nos permite disfrutar de otra forma de lo que ven nuestros ojos, ya sea una montaña, un puente o una hermosa luna llena, incluso, asombrosamente a veces, nos anima también a acercarnos a dialogar con toda esa gente desconocida que encontramos en nuestro camino; y algo muy importante, al menos para mí, es el hecho de que nos permite pensar y valorar todo lo que tenemos y nos espera al regresar. Tantas cosas nos sorprenden de nosotros mismos en un viaje, todas esas que hacen que terminemos conociéndonos mejor.

Además de todo eso, personalmente me ha servido para evaluar todo lo que sentía lejos y es en esos momentos cuando aparece esa sonrisilla, porque te das cuenta qué y a quien echas de menos, en mi caso Madrid, mi casa, mi familia, mis amigos... unos más que otros, eso sí es verdad.

Lo que percibo en mí ahora, es que en realidad lo único que hice sola fui subir a un avión, o a varios, porque cuando estamos predispuestos y abiertos a recibir nuevas experiencias enseguida encontramos la forma de sentirnos acompañados, y esto es genial porque, además, uno es dueño de su tiempo y elige ese momento de socializar y compartir las historia con otros, o ese otro en el que se nos antoja más charlar con nosotros mismos.

Ha sido una grata experiencia. No obstante, esta grata experiencia no implica que vaya a viajar sola el resto de mi vida, me sigue gustando más hacerlo en compañía, pero me siento mejor y más libre al pensar que no necesito a nadie para visitar una parte del mundo que me interese. Ahora sé positivamente que puedo ir a cualquier otro lugar del mundo que me apetezca, es decir, que no dejaría de ir si a nadie de mi círculo de amigos le interesara, que puedo hacerlo perfectamente solita. Y no es mejor ni peor, simplemente diferente y en todo caso, una elección propia.

Agradezco enormemente, el tiempo que han compartido conmigo gente como Peter, Gale, Charlie, Amy, Ellie, Chingyi, Jesper, Laura y Mareike, porque todos ellos han contribuido a que haya disfrutado tanto este viaje. Gracias también a todos los que desde España os habéis acordado y preocupado por cómo me iba en mi aventura!! 

En los próximos días relataré lo que han sido estos 16 días…