30 octubre 2008

Cerrado por vacaciones

Hola, amig@s!!!

Ummm, por aquí huele a vacaciones y no veo la hora de irme, aunque este año también me pierdo a Lila Downs, a quien me encantaría escuchar alguna vez en directo, pero como siempre viene en noviembre...

Tal vez escriba algún post desde Luang Prabang
sobre mis primeras impresiones, me refiero a escribir en este medio, porque en mi cuaderno de viaje estoy segura de que lo haré. Y lo dejo en un tal vez, porque lo propio sería desconectar...

Estaré viajando por el norte del llamado Laos, es decir, la República Democrática Popular de Lao, tal y como me han corregido recientemente, por el Reino de Camboya y, repetiré además, ciertos lugares de la vecina Tailandia, también Reino. Creo que es la primera vez que viajo con tan solo 6 días planificados, a ver que sale...

Confío en que cuidaréis este Rinconcito mientras estoy disfrutando de mis merecidas vacaciones, y espero encontrarme con agradables sorpresitas a la vuelta;-)






19 octubre 2008

Ho Chi Minh, prescindible

Si fuera una ciudad me gustaría tener al menos cierto encanto; pero es que la que fue capital de la Indochina francesa, ni te atrapa ni tiene encanto, es más, no le encontré nada de positivo. Humedad bestial, gente realmente borde (tal vez conocí en un día a todos los bordes que allí habitan), caótica, ASFIXIANTE, así, con mayúsculas. No tiene que ver con Ha-Noi, dentro del caos organizado que se percibe en ambas ciudades, mientras aquella me resultó muy romántica y con mucho encanto, Ho Chi Ming es la antítesis, un frenesí de luces y sonidos que aturde a cualquiera, y fea, un rato fea. Creo que debería precisar; no me gustó lo que vi de Ho Chi Ming. Y no me gustó, a lo mejor porque era el final del viaje, o porque me cabreó bastante el hecho de que en el hotel nos dieran una porquería de habitación y a precio de un riñón, aprovechándose de que era más de medianoche, incluso más caro de lo que nos habían confirmado por email; esto fue obra del caradura de la guest de Hanoi, pero mira por donde se quedó sin comisión. Está claro, que lo mejor es llevar impreso el mail con la confirmación de los precios de habitaciones, excursiones, etc...

Nos habían recomendado el paseo que lleva hasta el palacio de la Reunificación, ese que al parecer se conserva casi igual que en 1.975, año en que fue tomado por las tropas vietnamitas mientras los americanos huían en helicóptero. Bien, pues el paseo lo dimos, pero el palacio no lo encontramos... No encontramos la entrada, pero el trayecto nos sirvió para darnos cuenta de lo bulliciosa que es esta ciudad, y alegrarnos de haberla dejado para el final. Tanto ajetreo pone nervioso a cualquier ser humano.

Y dado que queríamos hacer compras y no teníamos demasiado tiempo, cambiamos la ruta hacia el mercado de Ben Thanh, en la zona de Cholon. Se trata de un edifico de estilo chino con una gran torre con un reloj, y en su interior se puede comprar de todo; encontramos cosas interesantes, eso sí, más baratas que en Hanoi tal y como nos habían dicho, y por otro lado aún siendo más caras siempre es mejor comprar al final del viaje. Compré varios cuencos de bambú, más bolsos..., té de diferentes sabores, ya, ya sé que soy de café, pero era para regalar!! En el mercado estuvimos varias horas, más que nada con motivo de tener que revisar una a una las piezas de un complejo juego de mesa asiático llamado mahjong, que lleva 144 fichas con unos dibujos muy extraños a mis ojos y, bueno, en realidad fueron dos. Cuanta expectación, las dos y la lugareña del puesto allí en las sillitas revisando todas las piezas, vaya risas!!

Es probable que además del Palacio de la Reunificación, sea muy interesante ver su museo de Historia o el de Recuerdos de la Guerra, la propia Catedral de Nôtre Dame o incluso visitar zonas próximas a la llamada Saigón (aunque en realidad Saigón es uno de los distritos de la ciudad), pero después de haber visto otras zonas del país, me quedo sin dudarlo con el norte y centro de Vietnam. Con todo, es un país interesante y sigo pensando que me gustó haberlo elegido como destino y, por lo tanto, lo recomiendo; pero, confieso que yo no repetiría, bueno, quizás la zona de Sapa y Hoi An, una monada de ciudad.

Aún tuve tiempo para un masaje de pies en un sitio frente al hotel. Por supuesto, genial y de alguna manera me arregló un poco el cuerpo. Negociamos con un taxista el precio para regresar al aeropuerto, 80.000 Dongs, pero lo más gracioso es que al salir del hotel, un tipo nos preguntó si nos llevaba al aeropuerto y cuando vimos su moto casi morimos de la risa..., hombre, con dos maletas y dos mochilas, complicado...

Invertir tiempo y dinero en viajar es el mejor regalo que me puedo hacer, aunque no deja de ser una elección como otra cualquiera, otra gente se lo gasta en buenos coches o en ropa de marca. Vivirlo y poder contarlo es un verdadero placer, pero es que además, es en los viajes largos donde realmente se conoce a las personas, e incluso a uno mismo. Ese viaje me ha servido para mucho, porque de entrada, he conocido mejor a mi compañera de viaje, cosa que me alegra un montón, y a gente que se me antoja interesante, y por si fuera poco, me ha servido para pensar sobre mí misma y conocerme un poquito mejor, todo ello, con excepcionales y positivas conclusiones.

09 octubre 2008

De nuevo, rumbo a Cat Ba

Pues ha llovido un poco desde el pasado 27 de noviembre:-)

Ese día finalizaba el post sobre Hoi An con un continuará, y hasta hoy, que me he dignado a publicar más sobre el viaje a Vietnam. Me lo debo a mí misma, porque me gusta mucho escribir sobre experiencias vividas, aunque se pasen meses presas en un cuaderno...

Os recuerdo que la idea era continuar hacia el sur del país, pero, debido al tifón que se aproximaba precisamente a la zona donde íbamos a hacer el curso de buceo, decidimos regresar al norte del país no sin antes confirmar la presencia del sol!! El plan era: un vuelo a Hanoi, un autobús a Haiphong y desde esta ciudad costera algún ferry a la isla de Cat Ba..., evitando pasar por Ha-Long, pueblo.

Llegamos a Hanoi y fuimos directamente a la Guest House donde habíamos estado, tratando de ser prácticas repetimos con la idea de dejar allí las maletas y de recoger mi pantalón vaquero..., que se había quedado en la azotea con las prisas de última hora; y acto seguido, a la estación de autobuses de Gia Lâm a coger el bus local que nos llevaría a Haiphon.

El único autobús para extranjeros salía a las 17:30pm de Hanoi, y eso suponía tener que dormir en Haiphon y perder un día de sol en Cat Ba. La otra alternativa era un bus local, pero conocer previamente los horarios de los buses locales es imposible, nadie parecía saberlo, lo más que conseguimos escuchar fue un "cuando se llenan". Por lo tanto, fuimos a la estación con la bolsa de comida, por si acaso...

Lo que describo a continuación es una ruta alternativa para llegar a la isla de Cat Ba, y desde allí existe la posibilidad de alquilar un barquito que te lleva durante un día o dos (pasando una noche en el barco), a la Bahía de Ha-Long. Ya os anticipo que este itinerario es factible, menos turístico que el típico que te ofrecen las agencias en Ha-Noi y, a priori, más baratito, eso sí, conviene madrugar para conseguir llegar a Haiphon relativamente pronto y subir al último ferry que te lleva a Cat Ba.

En que hora se me ocurrió a mí estrenar el pantalón thai que me habían hecho en Hoi An. Corre que te corre porque se iba el autobús de las 11:35-y-algo a la misma velocidad que mi pantalón thai al suelo... Me faltaban manos y no podía para de reír, ni yo ni el resto de espectadores... Casi me quedo sin ellos y sin vergüenza, pero finalmente me salvé de un ridículo mayor. El trayecto duró unas 2 horas y nos cobraron, pues lo que le dio la gana al conductor, 35.000 Dongs.

El viaje en bus hasta Haiphon con los locales estuvo divertido, con una peli en vietnamita que por supuesto no entendimos aunque parecía ser una comedia, y el bus estupendo, menos mal que pillamos asiento, de butaca quiero decir, porque iba haciendo paradas en los sitios más insospechados (incluso en lo que parecía ser una autopista!!), y cuando se terminaron las butacas el revisor empezó a sacar banquetitas tamaño guardería y a colocar las maletas y mochilas en el hueco de la escalera... Era muy gracioso ver los portarrollos atornillados con el papel higiénico colgados del techo, vamos, como los que te puedes encontrar en el cuarto de baño, todo un detalle, para los que llevábamos comida.

En Haiphon encontramos bastante rápido el puerto pero la información que había sobre los horarios era confusa. Perdimos el último ferry rápido que iba directo a Cat Ba y dado que no nos atraía en absoluto ese pueblo optamos por otro recorrido, por lo que nos llevaron unas lugareñas en moto a coger otro autobús. Nos estaban pareciendo muy amables, pero que vaaaaaa. Resultaron ser unas brujas de órdago, y aún se mantienen en el top de los timos de mis viajes, un pasote el precio que pagamos por un trayecto en bus, ferry y de nuevo bus hasta el pueblo; pero era la única opción que teníamos con el fin de ganar tiempo. Salimos a las 15:40 y llegamos a Cat Ba a las 17:00, pagando 200.000 Dongs, una barbaridad, como digo.

En Cat Ba nos alojamos en una guest muy barata (5$ la doble e incluía cepillo de dientes y tubo de pasta), en la que no brillaba la limpieza, pero tenía vistas estupendas y era un poquito tarde como para seguir buscando sitios. Por fin pudimos ver una puesta de sol, vamos, que tuve que pellizcarme y todo para creérmelo. Me encantó.


Toda la gente que compartió minifurgoneta con nosotras quería visitar Ha-Long, obviamente, nada que ver con nuestros planes, así que contratamos esa tarde una ruta por el parque nacional de Cat Ba con un guía privado, qué remedio, para el día siguiente. El trayecto según nos informaron en la agencia era fácil, pero lo cierto es que algunos tramos eran un poquito fastidiados, con mogollón de rocas terminadas en punta y yo de guay, con mis sandalias Teba... El entorno es muy chulo, y recomiendo llevar calzado cerrado y por supuesto que visitarlo con guía, porque muy de vez en cuando se veían señales a modo de flechas pintadas con pintura roja... Esto es lo que entienden allí, por bien señalizado...

El tipo que llevábamos de guía parecía simpático, aunque se mosqueó un poquito porque después de la suculenta comida en una casa de lugareños de un pueblillo nos negamos a utilizar las motos para ir al embarcadero. A partir de ese momento, fue a su aire, él sólo (vaya guía, eh!?) y no nos dirigió la palabra más, se comunicaba con nosotras mediante silbidos y señas, ver para creer... Después de caminar unos Km. detrás del pavo ese, embarcamos (se regresaba a Cat Ba pueblo en barco), y entonces se produjo un milagro: recuperó la voz y nos obligó a bajar en un puerto diferente a Cat Ba, concretamente era el pueblo anterior aunque esto lo supimos más tarde... Otra vez estaba empeñado en que cogiéramos hombres-moto, pero nosotras todas dignas nos fuimos andando… por la carretera general, curvas y cuestas, y motos y co
ches, y a todo esto sin saber muy bien cuanto de lejos estaba el pueblo... Vaya sinvergüenza. Fue un poco angustioso, porque la gente pasaba bastante de indicarnos el camino ya que su interés era obligarnos a coger un hombre-moto, y nos guiamos por la intuición, está claro que no por la mía... Ni que decir tiene que en cuanto llegamos a Cat Ba fuimos a presentar nuestras quejas y a cancelar la excursión del día siguiente, que era con el mismo "guía", y resultó que el guía le había contado al tipo de la agencia que habíamos preferido volver al pueblo dando un paseo!!!! Brggrrh. El día que no te cabreas en Vietnam supongo que te sentirás como que estás en otro país, aunque, lo positivo es que para esto del crecimiento personal, cultivar la paciencia y cosas así, pues es una práctica impagable.

Puesto que no teníamos plan para la mañana siguiente, nos acercamos al pequeño puerto y empezamos a hablar con unos y otros de los lugareños que estaban en los barcos.
Contratamos a un chavalillo que estaba limpiando el barco, que era nada menos que el capitán del barco, el pobrete se sintió ofendido y todo. Bueno, íbamos de pudientes, 8 a.m. y el barco para nosotras solitas, tomando el sol en cubierta, el apetitivo en el interior, llevando el timón y todo... Nos contó que su padre era pescador y tenía un barco; pero como él quería su propio barco estuvo trabajando en un barquito de los turísticos y así aprendió inglés, tengo que decir que bastante bueno a nivel de pronunciación y comunicación; después, estudió dos años para capitán de barco y sus padres le ayudaron a comprar el barco. Me dejó impresionada, que cabeza más bien amueblada, tendría otros genes porque no se explica... Supermajo y encantador, nos dio su tarjeta y su email, por si volvíamos, así es que, por supuestísimo es un contacto muy recomendable.


Fue genial recorrer los sitios que habíamos visto días antes bajo un manto de nubles y calderos de agua caídos del cielo, y bañarse y secarse al sol, y por fin abrir el bote de protector solar!! Estuvimos explorando un poco la isa de los monos, en mi opinión, prescindible: tres, vimos. Una vista bonita, pero mejor dedicar el tiempo a hacer kayac, por ejemplo.




Al regresar al pueblo, solo tuvimos tiempo de degustar la mejor comida en esos tres días, en el Café Bambú, un sitio que a priori no parecía gran cosa, pero la comida espectacular de sabrosa, de abundante, tanto que no pudimos terminar y de barata. Cangrejos en salsa de tamarindos, pedazo de gambas al grill en salsa dulce, almejas, maravillosa ensalada de frutas, y cervezas por 240.000 Dongs, unos 11 euros. Absolutamente recomendable.

La vuelta en el bus que nos llevaría a Hanoi fue bastante pesadita y, como no podía ser de otra forma, el precio del billete incluía también un cabreo. Resultó que el bus no paró donde nos habían asegurado... Está claro que los conductores paran donde les conviene para que así no tengas más remedio que coger un taxi o una moto, y a eso íbamos, pero como nos cobraban un riñón o dos, decidimos alejarnos un poco de la zona.


Comenzamos a negociar con un chiquillo, esta acción empezaba a ser ya cansina, para que nos llevara al hostal a recoger las maletas y salir pitando al aeropuerto, rumbo a Ho Chi Ming. Nos aseguró y prometió que sabía donde estaba, incluso mirando el mapa, porque ya íbamos conociendo al personal y mostrábamos mapa y hacíamos prometer...; pero no fue así, otro mentiroso compulsivo que no comprende la diferencia entre si y no. Estábamos ya nerviositas con la situación: él conductor, nosotras dos y las tres mochilas en la moto..., vamos que si me lo llegan a contar antes de ir pierdo la apuesta..., y el tipo, cada vez que pillaba un semáforo en rojo, afortunadamente lo respetaba, se ponía a preguntar a los peatones y a otros que iban en moto. Vamos, que en una de estas le gritamos que nos bajamos porque estábamos ante un inminente infarto. Llegamos, y directas al aeropuerto con el taxista que nos proporcionó la guest, y volamos a la antigua Saigón. (Un día de estos...)




06 octubre 2008

Pequeño sondeo


Hoy os cuento algo diferente...



Estas son las brochetas antes de meter la bandeja en el horno...



Y he aquí el resultado final...



Estas cosillas están hechas con un material llamado fimo: collares, broches, llaveros, pendientes..., ojo, que la muñequita es comprada.



Creo que todos tenemos a lo largo del año detalles con las personas que apreciamos pero, algunas veces, no se nos ocurre qué regalarles.


La pregunta es: ¿Lo comprarías?


Si te molan, escríbeme y te informo:-)











02 octubre 2008

Bien preciado, bien escaso

Una empieza con tantas pretensiones e ilusiones a la hora de organizar un viaje, que sienta hasta mal cuando irremediablemente hay que suprimir zonas de la ruta deseable, irremediablemente digo, porque los días de vacaciones ya no se pueden estirar más y porque, además, la casi inexistente red de transportes en la zona elegida complica los traslados una barbaridad. Faltará tiempo, sin duda.

Tiempo, ese bien tan preciado y tan escaso... Y es que a mí siempre me falta tiempo, da igual el día de la semana que sea, y por eso no deja de sorprenderme y me cuesta una barbaridad comprender que exista gente en este mundo que se aburra y acumule horas muertas en su haber.

Últimamente pienso en hacer un montón de cosas, las que necesariamente tengo que hacer y las que yo he elegido porque me gustan y divierten, y la verdad es que me frustra bastante tener que seleccionar entre todas las que me interesan, y todo porque el día no es de goma (ni mi cuenta corriente, obviamente) y porque si no duermo al menos siete horas no soy persona. Me considero bastante organizada, pero entre las ocho horas de trabajo y otras ocho que aconsejan dormir, me quedan unas ocho para el resto..., nueve si duermo menos... Y las horas para el resto no son tantas, más que nada porque "el resto" en mi caso se compone de muchas cosas que me gusta hacer y que me encantaría aprender a hacer, así es que me he puesto restricciones.

No como cinco o seis veces al día, y si lo hago, la cuarta y la quinta que sea en el trabajo o en el metro. No tomo mucha fibra a diario ni bebo los dos o tres litros de agua que recomiendan los médicos, que luego me paso un montón de minutos en el baño porque entre el pis y lavarme los dientes después de cada vez que como, ya me diréis… Tampoco hago deporte cinco días a la semana aunque me he prometido ir a nadar, (supongo que navegar por la Red no computa!?), apenas veo la tele, no saco al pasear al perro porque no tengo, aunque según las estadísticas me expongo a ligar menos... El problema es que si hiciera caso de todo lo que leo que es bueno para X, me llevaría por lo menos cinco horas cada día, y es obvio que la mitad de ellas las pasaría en el baño, y tan sólo quedarían tres o cuatro para ir a un cine, concierto, exposición..., hablar por teléfono y ver a la familia y los amigos, ir al supermercado o de tiendas, conectarme al "feisbuk" ese o alguna otra Red social, que no me extraña que se llamen redes porque te atrapan, vaya que si te atrapan!!!

Intento priorizar, pero de veras que hay tantas cosas que me gustaría hacer y que algunas veces termino dilatando y dilatando en el tiempo muy a mi pesar, que sólo siento rabia. Ni siquiera he ido a ver la ropa y los zapatos de la nueva temporada, snif, snif, y veo que la Navidad ya está ahí..., claro, que en este momento lo más importante y prioritario en mi lista son las vacaciones otoñales.

Os cuento el plan, desde mi punto de vista, obviamente, de lo más atractivo. Un vuelo Madrid-Doha-Bangkok seguidito de otro vuelo interno a Chiang Mai, y continuar al día siguiente (si encontramos la cabeza y las piernas), por tierra, hacia el noreste de Tailandia con el fin de pasar al vecino Laos a través del paso fronterizo en Chiang Khong. Continuamos con un viaje de dos días en un barco lento bajando por el río Mekong, varios días de aventura en Luang Prabang y alrededores, en principio con estancia en un campo de elefantes y todo..., y desde allí a Camboya, un vuelo a Siemp Reap y a disfrutar de las fiestas de la luna llena (por si alguien tiene interés, la fiesta del Agua tiene lugar desde el 11 al 13 de noviembre), y por supuesto ver los templos de Angkor. Y una última etapa con un poquito de relax nadando entre peces en alguna playa del Golfo de Tailandia, porque es probable que en esa fecha haga mejor tiempo que en la zona del Mar de Andamán.

Tengo que decir que estoy encantada con la idea de volver a Tailandia, tanto a Chiang Mai como a las playas del sur del país, tal vez las mismas donde estuve en noviembre de 2.006, esas que contribuyeron en gran medida a pensar que ese ha sido el mejor viaje de mi vida, de momento... Y en esta ocasión también faltará tiempo para verlo todo, sin duda; pero con la logística estamos y ante todo con la idea de disfrutar a tope del viaje y siendo conscientes de que no sólo será imposible ver todo lo que pretendemos y nos gustaría, sino que además, los planes están para cumplirlos y si en algún momento es más conveniente, pues modificarlos.

Ainsss, que nervios, que poquito queda ya.