27 noviembre 2007

Hoi An, un encanto de ciudad

Hoi An está en el centro de Vietnam, a orillas del Mar de China, una encantadora ciudad que cuyo puerto alcanzó gran importancia entre los siglos XVI y XIX. Es un lugar turístico, es verdad, pero una monada y muy, muy acogedor, y además, ¡El paraíso de las compras!


Nos dieron la bienvenida unas nubes grises, sin lluvia, y es que en ese punto del viaje, una se alegraba por unas cosas. Claro, que había llovido de lo lindo... Fue dejar las maletas en el estupendo Phuoc An Hotel (Internet, piscina y bicicletas gratis) y ¡¡al sastre!! Yo me hubiera quedado una semana, la verdad, incluso sonreía permanentemente...

Resumo un poquito:


No voy a enumerar todo lo que me hicieron en las dos sastrerías, pero fue muy barato, si comparamos las variables calidad-precio, que nadie espere sastrería fina porque no funciona así la cosa. Las telas bien, aunque con las sedas teníamos serias dudas, pero no me pareció ver demasiada variedad de tejidos. Por supuesto, me estoy refiriendo a las cuatro donde entramos y más concretamente a las dos donde encargué ropita, aunque he de decir que dentro de las sastrerías las hay más y menos “pijas”. Recomiendo altamente la segunda (HANH, 2 Le Loi St.), porque nos parecieron más profesionales que en la primera (PHUÓC, 5 Hai Ba Trung St.), y además, admitían tarjeta de crédito sin cobrar el 3% de comisión.

Consejos para sastrerías:
  • Escribir los acuerdos en papel y quedarse con copia, incluso el pago de tarjeta sin comisión, y el día y la hora que os vais de la ciudad.
  • Exigir doble costura, hilo y cremalleras del mismo tono que las telas, elegir el tipo de botones... Ah, y un forro que pegue con el tejido exterior.
  • Contar con tiempo para hacer al menos dos o tres pruebas. Todo te lo hacen de un día para otro, y cierran a las 21pm, pero dependiendo de la dificultad de la prenda, yo no me arriesgaría.
  • En cuanto al diseño, sobre todo si se elige en una revista, mejor dejarles claro hacia qué lado queremos que abrochen los botones, y también el largo y la holgura, porque cortan la tela muy, muy justa. Y es lo que pasa con todos los cortos, que de donde no hay no se puede sacar…

Hoi An es pequeño, su centro histórico está formado por tres calles, todas repletas de casas antiguas, algunas de madera, preciosos cafés, apetecibles restaurantes, una zona con muchas tiendas de antigüedades y galerías de arte, algunos templos, museos y talleres artesanales. Además, están las múltiples sastrerías y la zona del río con el mercado próximo.

Es famoso también el puente cubierto japonés, de madera y pequeñísimo, y que tiene su historia, basada en un monstruo enorme. Y tanto que lo era, según cuenta una leyenda, este monstruo tenía su cabeza en India, la cola en Japón y el cuerpo en Vietnam, ahí es ná, y era el responsable de las inundaciones y los terremotos que sufría Vietnam, producidos cada vez que se movía. Es por ello que construyeron ese puente, con doce columnas de madera que se clavarían a modo de espada en el corazón del monstruo.


En el centro de la imagen el puentecillo japonés


Realmente es una delicia pasear por sus calles. Supongo que un entorno así ha debido atraer a muchos artistas porque se encuentran infinidad de galerías de arte que exponen unas pinturas realmente preciosas. Otras no tanto, aunque es cierto que sorprenden y gustan, hasta que las ves repetidas en una y otra tienda. Nosotras, después de entrar en varias encontramos una con pinturas en papel de arroz, y compramos, porque eran las más originales y porque estaba el pintor en plena faena. Fue el único artista que vimos... Perfectamente embaladas en unos trozos de tubería!! Me encanta:



Otro de los puntos fuertes de Hoi An es su gastronomía. Preciosos restaurantes, de categoría, que ofrecen unos menús fabulosos a precios irrisorios. Recomiendo probar un pescado llamado Red snapper que está de miedo, con lemon grass nos gustó mucho, y también un plato llamado White Rose, que es una gamba cocida al vapor que sirven envuelta en papel de arroz.

Ya lo había buscado por Internet y el segundo día hicimos un curso de cocina con Red Bridge. Elegimos este sitio porque publicitaban que te llevaban al mercado y después en barco al lugar donde está la escuela de cocina, incluía además una bebida en el punto de encuentro, el curso y la comida.


Después del viaje en barco de más de media hora, llegamos a la Escuela de Hostelería. Nos sentamos en sillas con cuaderno en mano, en frente del cocinero, un tipo muy gracioso que nos enseñó a cocinar varios platos, algunos de cuales los repetimos nosotr@s en unos fogones muy monos.


También nos mostró como decorar el tomate, dar forma de flor a las rajitas de una zanahoria y cosas así. Ya habíamos comprado en la ferretería del mercado algunas herramientas para llevar a cabo el trabajo, que a mí me resultó bastante difícil, vamos que hoy mismo me pongo con la cena de Noche Buena… Por si alguien quiere copiar la idea, la piña, es piña, pero lo que parece una flor es un calamar.


Yo me lo pasé muy bien, pero no lo recomiendo. Razones: hay que dedicar cuatro horas; el tiempo en el mercado es para enseñarte algunos productos, pero no para hacer la compra, y aunque algo te explicaba, fue a toda leche; el paseo en barquita agradable pero largo; los platos que cocinaron son simples y nada típicos, ejemplo de ello las berenjenas cocidas con salsa de tomate que tanto indignaron a Núria, o las crêpes; y por último, en una escuela de hostelería que te den como almuerzo exactamente el mismo menú que habíamos estado cocinando y degustando, deja mucho que desear… Todo esto lo expresé en la hojita que nos dieron al final de la jornada, así que a lo mejor toman nota y mejoran.

Había un compy holandés que nos aconsejó el curso de dos horas que había hecho la noche anterior en el Hai Ca Fé, el mismo sitio donde lo habían hecho Elena y Romà. A los tres les encantó, aprovechas el tiempo porque es por la tarde noche (al mismo tiempo cenas), y además, te dan a probar otros platos diferentes de los que te enseñan a cocinar. Si volviera, haría éste, aunque lo más importante es indagar sobre el menú de esa noche.



Lo que sí recomiendo es la visita al mercado, abarrotado de puestos y de gente. Muy interesante.


Y es que, nos contó el guía que nos llevó al mercado, que las mujeres vietnamitas van tres veces al día porque quieren todos los alimentos frescos y como no tienen frigoríficos en sus casas, no les queda más remedio!? Por Dios, que estrés.


Vimos escenas muy pintorescas, y me llamó la atención las enormes madejas de fideos de variados colores y grosores que yacen sobre los mostradores, frutas extrañas a mis ojos, el pescado coleteando… Y grandes mesas donde se agolpan los comensales. He aquí unos cangrejos de color azul, una novedad para mis ojos.

Nos faltó tiempo para ver y hacer muchas cosas. Ni fuimos a la playa próxima, ni a ver pueblitos de los alrededores, ni a ver las ruinas de My Son, aunque sé que algún día iré a Camboya así que supongo que puedo prescindir de ellas.



Después de hacer un seguimiento en el mapa de trayectorias del tifón, teníamos cada vez más claro que habíamos escogido la mejor opción. Además, las temperaturas en Ha Noi y Cat Ba eran altas y continuaba haciendo sol. Volamos tempranito desde Da Lang a Ha Noi, y compartimos monovolumen con Kemllen, una americana-dominicana, muy simpática con la que coincidimos en el hotel y en el vuelo. Ella venía de Tailandia, y nos reímos un montón despellejando a los vietnamitas y comentando sus métodos de timar, haciendo terapia en grupo, básicamente. Bueno, y también compartimos un cabreo con la consiguiente indignación porque no nos dejaban utilizar el mismo taxi, aunque íbamos a coger el mismo vuelo..., y todo porque perdían la comisión. Es increíble que en un hotel tenga una que escuchar estas cosas.

CONTINUARÁ



26 noviembre 2007

La ciudad imperial de Hue

Después de la excursión a la pagoda del Perfume, tan sólo nos quedó tiempo para recoger nuestra colada de la azotea de la guest house porque el panoli no se acordaba de cual era nuestra ropa (sin comentarios), y comprar la cena antes de irnos a la estación de tren. Todo eso, muy, muy rápido.

Llevábamos unos rollitos de primavera que compramos en un restaurante estupendo llamado Trong Khách o Bistro Ca Fé (63 Hang Thiec), de esos donde te encuentras a locales comiendo y otros turistas, y además llevábamos galletas, bollos, quesitos y barritas energéticas. Los alemanes con los que compartíamos cabina fliparon, y eso que no llegamos a sacar nuestros bocatas de ternera con verduras fritas, del bar de nuestro casi amigo, y es que después de nuestros días en Ha Long, decidimos no arriesgarnos a pasar hambre ni frío.

El viaje mejor de lo esperado, la verdad. Dormí más de siete horas. Es interesante lo de reservar por teléfono o Internet una guest house pues te ofrecen la recogida gratuita en el destino, bien en la estación de tren o bien en la de bus (en aeropuertos suelen cobrar). Allí nos estaban esperando con un monovolumen. La habitación que nos dieron bien podría ofrecerse como excursión de mediodía, porque estaba en el cuarto piso, como siempre, y además de mogollón de escaleras, había que atravesar un hall, y una especie de patio interior…, lo justo para perderse, vaya; pero estaba limpia, era grande, teníamos ordenador con acceso a Internet, dos sillas y una bañera grande!! Nunca pené que una bañera pudiera significar tanto en mi vida.

En Hue teníamos intención de visitar algunas tumbas y la ciudadela. Los charcos de las calles estaban bien llenos y seguía lloviendo, así que contratar a un “hombre moto” no era la mejor opción. Demasiado tarde para una excursión en grupo, así que la mejor opción fue contratar un taxista, pero se nos olvidó comentar que fuera además guía y que hablara inglés. Damos por hecho cosas que nos parecen lógicas, craso error.

Cuando nos dimos cuenta que no hablaba más que vietnamita y no entendía ni papa de inglés porque a todo decía que sí, insistimos en que nos llevara otra vez a la guest. Al final se vino uno de los chicos de allí, que no tenía ni idea ni de tumbas ni de nada, y que por lo tanto iba en calidad de intérprete...

A pesar de la incesante lluvia, Hue me pareció una ciudad muy acogedora y merecedora de ser visitada durante un par de días, tanto por la ciudad en sí como por los alrededores. Me baso fundamentalmente en lo que nos comentaron algunas personas, porque lo que se dice ver, no vimos más que gotas y chubasqueros de colores que daban un aire divertido a la ciudad. No tuve más remedio que comprar uno, morado y enorme..., vamos, que parecía un nazareno en procesión. Sólo había el modelo opaco, aunque el que tenía una especie de ventanita en plástico transparente que quedaba a la altura del foco de la moto era genial!!

En esa zona se fabrican, a partir de la canela, esos palitos de incienso de colores y también los típicos sombreritos cónicos de paja de arroz con los que las mujeres se protegen del sol, y que curiosamente, cuando se ponen al trasluz se ven dibujos chinos de campesinos y templos. De esto no compré.



Empezamos el tour de los mausoleos reales con el del emperador Khai Dinh, cuya tumba es de las más pequeñas comparada con las de otros emperadores que le precedieron pero mucho más elaborada. Once años tardaron en colocar los miles de pequeñísimos mosaicos de vidrio y porcelana que lucen en el templo principal. Es muy bonita y de un estilo bien diferente a las demás que vimos, aunque lo también destacable es el magnífico entorno que eligió este hombre para que construyeran su propia tumba, en una colina rodeada de bosques con una panorámica preciosa.


A propósito, el precio de la entrada para ver cada tumba es 55.000 Dongs, más de dos euros, ya les vale..., un robo a mano armada. Ya sé que no es una cantidad como para arruinarse, podéis llamarme miserable si queréis, pero teniendo en cuenta el nivel de vida en Vietnam es una barbaridad.

El último que vimos fue el mausoleo de Ming Mang tiene una historia muy curiosa. Parece ser que los oficiales de la corte tardaron nada menos que 14 años en encontrar el lugar idóneo y a gusto del emperador, así que al mandarín responsable le premiaron con dos ascensos!!

Con líneas que se asemejan a la arquitectura china, jardines interminables y un desfile de lagos se pueden contemplar, fue destruido por los cristianos en 1885, como protesta por el anticatolicismo manifiesto del emperador. Los edificios están un poco quemados, la verdad.

Minh Mang dejó la friolera cifra de 142 hijos, con 33 esposas y 107 concubinas, y según la leyenda, 4 de ellos fruto de una misma noche. Baahhh, menos lobos caperucita, menos lobos.




El mausoleo de Tu Duc fue construido alrededor de un largo artificial porque por lo visto al emperador le gustaba mucho el agua. El hombre seguro que fue un romántico a juzgar por sus lagos con flores de loto, los impresionantes jardines con pinos que se reflejaban en el agua y los refinados palacios que decoran la estampa.

Entrada al mausoleo de Tu Duc

Uno de los múltiples lagos

Se tardó sólo tres años en edificar y de este modo el hombre lo amortizó, porque pasó nada menos que 16 años de su vida en ese entorno hecho a su capricho, entreteniéndose con la pesca, los paseos en bote, componiendo poemas, dicen que más de 4.000, y escribiendo algunas obras filosóficas. Además, tenía tiempo para degustar 50 platos diferentes al día, de ahí la tradición y gran variedad culinaria de la ciudad de Hue, y “poseer” 104 esposas y un pueblo entero de concubinas, aunque por lo visto no tuvo hijos. ¿Por falta de tiempo, tal vez?

Pasear bajo una lluvia intensa por la ciudadela Dai Noi no era lo más apetecible; pero a mí el lugar me gustó un montón a pesar de los charcos. Desde luego, me hubiera agradado más verlo en un día soleado pero era lo que había.



Diluviaban cubos de agua, aquello no era normal, y puesto que ya no daba tiempo a ver la pagoda de Thien Mu porque estaba muy oscuro el día, nos bajamos en el mercado local donde compramos alguna variedad de té y también lo que parecían frutas escarchadas, no sabría decir qué, pero están buenísimas. Este año daré un toque diferente a la Navidad.

Cenamos en el restaurante Xuân Trang, recomendado por la guía lonely planet y también por nosotras. Allí nos enteramos, por un lugareño todo hay que decirlo, que venía un huracán por el sur del país… Y nosotras que nos íbamos a la mañana siguiente a Hoi An, y teníamos un vuelo dos días después a Nhan Tang. El hombre alucinó cuando le contamos que nos íbamos al sur a bucear, y nosotras más, porque nos habían vendido un vuelo sin advertirnos de la situación que se avecinaba.

Tuvimos unas horas de confusión y un poquito estresantes la verdad, buscando en Internet la trayectoria del huracán, y sobre todo donde estaba EL SOL para poder aprovechar los tres días que nos quedaban… Lo encontramos en Laos. Momento de desconcierto ¿qué hay de interesante en Laos? Allí pillaron a Roldán, ¿no? Desde Hue está próxima una frontera a ese país y se podía ir en bus nocturno (10 horas, creo recordar), pero necesitábamos dos días como mínimo para obtener el visado. Por otro lado, en Camboya llovía, en Tailandia también, en Malasia más de lo mismo… Decidimos acostarnos y seguir con el plan, e ir el bus hacia Hoi An, y una vez allí volar desde Da Nang (aeropuerto más próximo) al norte del país, porque veíamos que las temperaturas eran más altas y también había solecito…

25 noviembre 2007

La pagoda del Perfume


Bien cabreadas nos fuimos a ver la pagoda del Perfume (Chua Hon). El guía iba vestido como un pincel, con camisa blanca y pantalón de vestir, muy apropiado para una excursión, ¿verdad?.



Esta pagoda se encuentra escondida entre montañas, a 60 Km de Hanoi, unas tres horas, primero un viaje en minibús hasta Duc Khe, pasando por pueblos y más pueblos, cada uno con su mercado y sus karaokes y cibercafés, y entre arrozales y más arrozales. Los últimos cinco Km. hasta alcanzar lo que es la zona de más afluencia de peregrinos del país se hacen a través del río, en unas barquitas típicas conducidas mayoritariamente por mujeres. Aquí un grupy, jugando la partida.


Un paisaje precioso, a pesar de que el día estaba nublado y bastante desapacible. Una hora que se hace corta, porque se navega por un río muy tranquilo que permite saborear un silencio muy de agradecer después del bullicioso Hanoi. Una puesta de sol, que apuesto que debe ser magnífica pero no pudo ser...


Durante el trayecto se ven algunas casitas a ambos márgenes, barcas que transportan a más turistas, lugareños que pescan o viajan también en barcas, ya que no hay carreteras para llegar a la pagoda. El entorno como digo es muy bonito, eso sí, para la gente que viaje a Vietnam y tiene que recortar días, si ya visto la bahía de Ha Long o Sa Pa, desde mi punto de vista es prescindible, es más, yo lo hubiera cambiado por un día más es Sa Pa.

Al llegar al área de la pagoda, desde el pie de la montaña hasta el templo hay unos 30/45 minutos andando a través de un combinado un sendero de piedras nada uniformes con algunos tramos de escaleras, empinadillas, pero llevaderas. Aconsejo ignorar los comentarios sobre que se trata de un recorrido difícil, porque no es cierto y lo dice una que no es precisamente la reina de la cumbre!!


No obstante, para los vagosenderistas existe también la opción de subir y bajar en el funicular (60.000 Dongs, I/V), que dicho sea de paso fue la elegida por nuestro guía. Claro, por eso iba tan elegante!! El muy jeta, ni siquiera se dignó en esperarnos en el interior de la pagoda; pero se lo agradecimos porque nos endosó al guía de otro grupo, que además de hablar muy buen inglés, resultó ser un chico encantador y un estupendo guía. Tanto él (Mr Handsome), como la agencia para la que trabajaba (Trekking Travel), absolutamente recomendables.


El templo está en el interior de una cueva natural de unos 50 metros de altura, original, pero muy oscura, claro, como todas las cuevas, alumbrada por unas velas y la verdad que no me resultó especialmente espectacular. Un monje la custodia, todo un honor para él, aunque los cambios de turno se produzcan una vez al mes. Los Budas que allí se encuentran respirando incienso y con un montón de fruta y de cajas de galletas a sus pies. Estas ofrendas me resultan especialmente graciosas, y en muchas tiendas y mercados ya venden el "kit ofrenda", envuelto en papel celofán.

Después de comer visitamos la pagoda Thien Tru, situada al pie de la montaña, que tiene un templo muy mono y es un lugar muy tranquilito. La nota discordante la puso la barquera, que después de pedir propina no la aceptó porque era poco.




24 noviembre 2007

¿Qué guest house no elegir en Hanoi?

Después de tres días en la bahía de Ha Long, escuchar de nuevo el ensordecedor ruido de Ha Noi fue difícil de llevar... Y otra vez al hostalillo para que nos dieran la habitación, esta vez en el cuarto piso...

Contratamos también con ellos, y la misma
APTravel, la excursión a la Pagoda del Perfume para el día siguiente; pero antes de contar lo que fue ese viaje, voy a desahogarme en este post, porque el tema lo merece.

Ante la pr
egunta: ¿Qué guest house no elegir en Hanoi?, cabe la respuesta Hanoi Guest House. Cierto es que tiene página web, pero también un fotógrafo muuuuy bueno...


Ventajas:

* Localización céntrica pero en una calle tranquila, teniendo en cuenta que se trata de una ciudad como Hanoi, que no es el colmo de la tranquilidad.

* Internet gratuito: tienen disponibles dos ordenadores en la recepción.

* Admiten reservas a través de Internet, Ms Thin se expresa muy bien en inglés y no exige pagar por anticipado. Otra cosa es que te cuadre lo que te encuentres al llegar con lo previamente solicitado...


Inconvenientes:

* Toallas exfoliantes, que matan todas, todas tus células, claro, que esto también puede ser una ventaja...

*
Escalera muuuuy estrecha y empinaaaaada, y sin ascensor, o lo que es lo mismo, trekking incluido!!! Mira, otra ventaja. Si al final, la recomendaré y todo !!! Recomiendo llegar cojeando, o te mandarán al cuarto o quinto piso...

* Ofrecen un cuarto para dejar las maletas, pero no le llaman por su nombre: recepción..., y un baño para ducharte antes de coger el tren, por ejemplo, sin obligarte a pagar una habitación, pero es enano, está lleno de trastos y muy, muy sucio. Yo no sabría ni donde dejar la ropa sucia.

Otra de las cosas que se hace en la recepción es desayunar, además de que los dos ordenadores también están allí ubicados. ¡Cuánta vida en esa recepción!

* La caja de seguridad consiste en una hoja de periódico envuelta con cello donde ponen tu nombre y número de habitación con rotulador (¡Al menos en Sa Pa tenían una carpeta de cartón con solapa!)


* Lerdos y jetas trabajan allí, excepto la dueña, Ms Thin que parecía espabilada. Tienen a un panoli con sonrisa permanente que parece muy amable, pero te reserva donde más comisión le dan, o bien te reserva y te confirma, pero si varía el plan no te creas que te advierte de los cambios.

En ese sentido, no te fíes aunque te confirmen que hay billetes de avión y los dejes pagados.
Contrata mejor un vuelo en la propia compañía aérea o agencia, para que te emitan el billete en el momento, aunque según nos comentaron parece que estos también te timan en el precio...

* Curioso sistema de agua caliente el que tienen, y muy mala leche por dejarlo apagado y no contarte como va la cosa. Se deben pensar que en el resto del mundo usamos ese mismo sistema... En nuestra habitación teníamos un cuadro de mandos, y por lo visto para que funcione los 4 interruptores deben estar siempre hacía arriba!??

Ainsss, voy a dejarlo aquí porque esto se está alargando. El caso es que después de haber pagado nuestro billetes de avión tres días antes, y de haber estado allí por la tarde, así de pasada nos contaron horas después que nos habían reservado otro vuelo diferente a Hue... Volar por la tarde suponía que no nos daba tiempo a ver Hue así es que la única opción válida era viajar la noche antes en tren, doce horas nada menos...




23 noviembre 2007

Isla de Cat Ba

Con esta mañana tan negra y lluviosa pintaba que la comida en la playita iba a tener lugar en el interior del barco, y que el kayak se nos iba a llenar de agua... Para colmo de males, a pesar del frío irremediablemente tuve que desprenderme de algunas de mis camisetas porque era obvio que se iban a mojar.

Después de desayunar nos llevaron a hacer kayaking, nos dieron los remos y unos chalecos salvavidas que era obvio que no salvarían, pero no había otra cosa. Hay que ve que imprudentes nos volvemos..., el guía nos comentó que el barco estaría allí atracado. Pues vale. Nosotras con nuestras barritas energéticas, rema que te rema, nos acercamos a alguna de las casas flotantes y hubo un momento que estábamos solas. Decidimos rodear un islote y después de un rato nos cruzamos con el guía y una lugareña que iban en otro kayak, y no va el tío y nos recrimina que nos salimos de la ruta!! ¿Pero qué ruta, so C_ _ _ _ _? Por lo visto se lo comentó sobre la marcha a los que tenía cerca, lo de la ruta quiero decir, y todos habían estado un rato en una playita, bañándose y todo. Nosotras aunque íbamos bien mojadas, no nos bañamos. Ni que decir tiene que no estábamos lo que se dice contentas con este guía.


Comida y más sesión de sobremesa. Caían chuzos de punta y seguíamos en el interior del barco. Más risas, desde luego, Romà y Elena nos hicieron el viaje mucho más agradable. Nos aproximábamos a la isla de Cat Ba
con un cielo negro, además del desagradable viento que también desembarcó con nosotros. Todos rechazamos el momento bicicleta, una ruta a través de la isla, bueno, la intrépida se lo estuvo pensando y tratando de convencer a su marido... Y puesto que el tema bici era complicado, ni corta ni perezosa preguntó en cuanto llegamos al hotel por el alquiler de una moto… Las chiquillas de recepción flipando, claro, diciendo que era peligroso y tal. Pero, ¿Qué es peligro para una intrépida mujer, eh? Pues allá que se fueron, de inspección al otro lado de la isla… Contaron que muy bonito, aunque no sé si verían mucho porque se les echó la noche encima…

Nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo de Cat Bat, y por el paseo marítimo, que bien podría llamarse paseín, bonito ver los barcos atracados pero lo que se dice el pueblo no tiene mucho de interesante. Comenzó a diluviar tanto que me tuve que comprar una porquería de chubasquero calidad bolsa de supermercado, no había otra cosa, y lo peor de todo es que el ambiente estaba muy húmedo y hacía fresco… Yo continuaba con mis chanclas de correa, otras tres camisetas y el pareo…



La cita para el bote-llón fue antes de cenar, en nuestra habitación que parecía una tienda local con toda la ropa secando... El vino de Dalang (centro del país), estaba aceptable pero las patatas fritas se parecían más a esas cositas que van de relleno en las cajas para que no se rompa el contenido…

Bajamos a cenar raudos y veloces... Ya no me quedaba nada seco y tuve que bajar a cenar con las pantunflas de plástico de hotel
, y por supuesto, el pareo, vaya trauma, para lo que soy yo de coqueta, jeje.



La comida bastante buena comparado con lo que nos tenían acostumbrados en el barco. Más risas, eso siempre.




Al día siguiente amaneció nublado, pero al menos tomé algunas fotos sin lluvia…




Os dejo un regalín, mejores fotos y un vídeo.

http://www.halongbay-vietnam.com/photos/index.htm

21 noviembre 2007

Bahía de Ha Long

Nos habíamos despertado con lluvia, qué contrariedad, porque eso iba a deslucir un montón los días, y las fotos, en la bahía de Ha Long y para una vez en mi vida que iba a estar en el lugar más emblemático de Vietnam, tener que ver ese espectáculo de la naturaleza salpicado de tantas gotas no era lo que más me apetecía, la verdad.

Durante el trayecto a Ha Long no llovía, diluviaba. Ya me estaba arrepintiendo de no haber llevado más ropa y las botas, porque estaba claro que las lluvias dispersas que había visto en Internet habían decidido concentrarse en esa zona… Unas tres horas dentro de aquel abarrotado minibús, con un paisaje muy verde, casas muy humildes y otras no tanto, incluso verdaderas mansiones, campos de arroz y ganado, y de repente una tumba o un montón de ellas. Nos contaron que las construyen junto a los campos porque así los que fallecen custodian las cosechas.

El pueblo de Ha Long es bien feo, y los barcos están apiñados en su pequeño puerto. A priori una piensa, vaya turistadaaa…, y no quiero decir con esto que no sea un lugar turístico, pero maravilloso y grábatelo con fuego, hay que verlo.

Navegar entre 3.000 islotes que te acosan y relajan a la vez, impresiona y es absolutamente recomendable si viajas al país. Al final del relato contaré la mejor manera de hacerlo, teniendo en cuenta nuestros errores…

Una curiosidad: Ha Long significa “El dragón que descendió al mar”. Cuenta una leyenda, que el emperador de Jade pidió ayuda nada menos que a un dragón con el fin de evitar una invasión enemiga vía mar. El dragón se lanzó al agua, y al caer, agitó tan fuerte su cola, que golpeó la tierra ocasionando los impresionantes valles y grietas que posteriormente se encargaría de cubrir el mar. Dicen que el dragón aún vive en el fondo de la bahía, pero no puedo corroborarlo, lo siento.

Respecto a las excursiones organizadas, decir que los precios varían bastante dependiendo del barco y fundamentalmente de la calidad de la comida, porque parece que grandes y pequeños nos vamos encontrando en los mismos sitios. Contratamos el viaje de tres días y dos noches (la primera en un barco de junco y la segunda en un hotel de 3 estrellas en la isla de Cat Ba), con la empresa mayorista APTravel, que a pesar de las fotos vistas y haber escuchado que era de las mejores, no la recomiendo ni a mis enemigos: mala organización, pésima comida y un guía con menos sangre que una silla, y lo que es peor, todavía tengo mis dudas de si nos colocaron en el barco de la categoría que habíamos pagado (75 $). Había una de lujo por 120$ y otra inferior por 50$.




Embarcamos, y enseguida nos dieron de comer mientras nos adentrábamos en la bahía.
Compartimos mesa con una pareja de españoles, Elena y Romà, y en el grupo además, había un chico británico y muchos australianos, uno de ellos casado con una mujer coreana, que se quedó con el mote de “la intrépida”. Qué energía. La comida fue estupenda, con marisquito, bueno, lo que esperábamos.

Después atracamos en una isla porque teníamos un trekking, de menos de una estrella todo hay que decirlo, que empezaba con unas escaleras y continuaba con una subida empinada, para terminar con un espectáculo fascinante. Tuvimos la oportunidad de bañarnos, pero aunque la temperatura del agua era agradable, la exterior era fresca, fresca, y tan sólo hubo una mujer valiente que se baño con las medusas. Noooo, no fue la intrépida, fue Núria. Yo, medio valiente: hasta la rodilla!!















Esa bahía es todo un espectáculo para los ojos de cualquiera, de verdad que sí, con esas pinceladas de islotes, cavernas espectaculares y pequeñas playas, aunque el esperado color verde jade era más bien azul plomizo. Lo perverso, que el agua cristalina brillaba por su ausencia, y es lamentable que un bien declarado Patrimonio de la Humanidad aloje tanta porquería a su alrededor. Deberían quitarle “el diploma” hasta que no sean capaces de cuidar ese entorno.


Nos llevaron a ver la cueva Hang Dau Go (Cueva de las estacas de madera), una impresionante cueva formada por tres cámaras, con estalactitas y estalagmitas, y a la que se accede a través de mogollón de peldaños, noventa según la guía.

Su nombre se debe a que, supuestamente, fue utilizada en el s.XIII para almacenar las afiladas estacas de bambú que el general y gran héroe nacional Tran Hung Dao, clavó en el lecho del río Bach Dang con el fin de cortar el paso a la flota invasora china de Kublai Khan.

“Los hijos de Khan, que habían aprendido de los chinos el arte de la navegación, sufrieron una derrota humillante y perdieron todos sus barcos, lo que impidió que el imperio mongol se extendiera también por Vietnam.”

No obstante, aunque la gruta en sí es muy chula, cuevas si había visto en otros lugares y lo significativo para mí fue disfrutar del mar y de sus islas, y de todo en general, porque es muy curioso ver los pueblos flotantes, que tienen casas y bajo el suelo una piscifactoría instalada. Bueno, y perros y parabólicas y la casa-escuela, y el barquito que transporta a los niñ@s al cole.

La gente vive en casas construidas sobre balsas de madera debajo de las cuales están las piscifactorías, de manera que crían allí los peces y mariscos y cuando engordan, los venden. Además de la pesca, es obvio que el turismo es otra fuente de ingresos para ellos, y en el momento que los barcos de turistas se acercan, aparecen las barquitas-frutería y la modalidad de barquita-kiosco con bebidas, galletas y bolsas de no se sabe muy bien qué.


Ahí va una panorámica desde la gruta Hang Dau Go.



Cuanto me hubiera encantado disfrutar de la cubierta del barco, pero con la rasca que hacía… Llevaba tres camisetas y el pareo a modo de chal, ya veis que poderío, pero era todo lo que tenía, snif, snif, y sólo me quedaba por ponerme la manta de la cama.

Los precios de las bebidas eran de escándalo para algunos, y mientras los australianos bebían vino a raudales en cubierta, los españoles de regateo con la mujer de la barca-kiosco... Al final compramos una botella de vino del país y lo que parecía ser patatas fritas onduladas, pero el guía nos advirtió después de hacer la compra sobre la multa de 5$ por persona si bebíamos el vino. Claro que nos cabreamos, porque sólo nos comentaron bebidas no incluidas, y si bien es cierto que teníamos sacacorchos, no estaba la cosa como para pedir copas prestadas así que pospusimos el botellón para la noche siguiente.

Después de una cena lamentable, sobremesa en español. Nos llevaron un pescado al horno, calamares a la romana, cebolletas también rebozadas y otro rebozado de no supimos qué, vamos que parecía que estábamos en una terracita de Málaga con una fuente de frituras malagueñas..., y el colmo fue cuando vinieron las patatas fritas!!! Eso sí, mientras terminábamos las cervecitas, muchas, muchas risas, comentando anécdotas sobre los días anteriores y cosillas a tener en cuenta, porque dio la casualidad que viajábamos en sentido contrario, bueno, y ellos además, venían de la entrañable Camboya. El resto del grupy jugando al póker, creo. El guía con sus compatriotas. Llegó la hora de dormir. Nuestro camarote estaba junto a la cocina y al motor del barco, y parece ser que olía fatal a gasolina. Yo ni me enteré, hasta que sonó el despertador a eso de las cinco… Una pena, seguía nublado, así que lo de la puesta de sol en la bahía tendría que soñarlo, una vez más…



















20 noviembre 2007

Superando miedos en Ha Noi

Llegamos alrededor de las 5:15 de la mañana a Hanoi, aún era de noche. El chiquillo del hotel no estaba en la estación, así que cogimos un taxi a precio de turista que no tuvo más remedio que pagarnos cuando llegamos. La habitación que nos dieron (12$) no era para tirar cohetes, pero no había otra cosa y al menos tenía ventana con vistas al patio interior, al que no podían acceder las motos, gracias a Buda!! Diréis que soy pesada con el tema motos, pero hay que vivirlo...

Aprovechando el madrugón habíamos previsto ir al mercado de la flores, que está a pocos Km de Hanoi en dirección al aeropuerto, y después dedicar el día a ver la ciudad. El chavalillo del hotel se ofreció a llevarnos en moto, obviamente, previo pago, así que les contratamos a él y a su colega para hacer lo previsto. Nos timó, (10$ por persona, de 7 a 16pm) éramos conscientes, pero a esas horas no estábamos para discutir y el hecho de que trabajara allí nos daba ciertas garantías. Habíamos contratado con ellos una excursión para el día siguiente a la Bahía de Ha Long y el vuelo a primera hora de Hanoi a Hue para el día 4 de noviembre.

No obstante, lo importante del día para mí fue que mi
miedo a las motos estaba superado!!!! Y es que hay cosas que pesan en la vida de una, y una rotura de mandíbula por tres sitios, con desplazamiento incluido como consecuencia de un accidente de moto, me ha dejado un poco apartada de las dos ruedas durante años...

Aquí dejo un par de estampas del mercado, muy bonito, aunque a las seis de la mañana debe ser más impresionante aún. Y hay que ver lo que cargan en las bicis y las motos, y aquí por un ramito de nada enviamos un mensajero...





Pero el chavalillo no terminaba de comprender nuestro interés por el mercado de las flores, de hecho era la primera vez en su vida que iba allí, y él, de lo que realmente tenía ganas era de mostrarnos el maravilloso mausoleo de Ho Chi Ming, ese que a nosotras nos resultó un rato feo.


Una mole de cemento
en la línea de esa estética comunista, plagado de turistas, de vietnamitas que van de peregrinación y de andamios. A mí, particularmente, me hizo más gracia la escena de cantidad de jardineros, en Vietnam hay casi tantos como motos, que se ocupaban de cuidar el jardín que había frente al mausoleo. Creo que le decepcionamos, por eso, y porque no nos interesara entrar en el museo o ver lo que fue la casa de Ho; pero no había tiempo, ni siquiera para ver el etnológico que me hubiera encantado.


Desde la moto vimos el Palacio Presidencial, un edificio colonial realmente bonito construido para ser el palacio del gobernador general de Indochina y que actualmente parece que se utiliza como un "todo incluido" para los Jefes de Estado que visitan Hanoi.


Muy cerca del mausoleo se encuentra la pagoda del Pilar Único, un pequeño santuario de madera que ocupa tan sólo 3m2 , y se apoya en una sola columna sobre un lago de mentirijillas. Está reconstruida, porque la original fue destruida por los franceses en 1954, y parece que allí acuden las parejas que desean tener hijos.

"En el año 1028, el emperador Ly Thai Tong soñó que Quan The Am Bot Tat, la diosa de la misericordia, le concedía un heredero. Inmediatamente, el emperador se desposó con una campesina que le dio su primer hijo y como agradecimiento, levantó en un estanque de nenúfares una increíble pagoda de madera con un solo un pilar".

Pagoda del Pilar Único

Próximo a esta pagoda, está el Templo de la Literatura, dedicado a Confucio y que constituyó la primera universidad vietnamita. Un lujo de sitio, sin motos, nadie grita...

"En el año 1070, el rey Ly Thai Tong fundó un colegio nacional con el objetivo de educar a los futuros mandarines teniendo en cuenta las ideas de Confucio. El conocimiento de los clásicos confucianos, así como el dominio de la composición literaria y de la poesía, eran los principales requisitos del riguroso curso de tres años de duración que culminaba con un examen muy competitivo para obtener el diploma."

En ese marco formidable cumplimentamos una encuesta sobre el país y el trato que recibíamos los turistas, una lástima que nos pillara al principio del viaje porque esas estudiantes de Turismo no iban a tener hojas suficientes...


Jardines del Templo de la Literatura

Comimos Cha-Ca en un sitio típico, tanto que únicamente había comensales lugareños que nos miraban atónitos; consiste en una sartén colocada en una especie de fondue, en la cual uno mismo va cocinando el pescado o carne acompañado de verduritas y por supuesto, de arroz. Nosotras la pedimos de pez volador. De ese sitio no tengo tarjeta, no tenían, pero hay muchos en la ciudad.

“La comida vietnamita está compuesta por cinco sabores: salado, dulce, amargo, picante y ácido, y se corresponden con los cinco elementos de la naturaleza: fuego, tierra, metal, agua y madera que a su vez representa los colores rojo, amarillo, blanco, negro y verde. Dice la antigua tradición taoísta, que la cocina debe buscar el mismo sutil equilibrio que se encuentra en la naturaleza en cada plato, haciendo siempre presente estos cinco sabores.” Si ellos lo dicen, será verdad. A mí, sencillamente me encantó.

Con las barriguitas llenas fuimos a ver la Pagoda Tran Quoc, que ocupa una pequeña isla en el lago Oeste (Ho Tai), un entorno precioso. Junto a la pagoda, un lugareño pescando sobre una silla de forja... Tronchante!!!





Pagoda Tran Quoc


El tour lo terminamos en las proximidades del mercado de Cho Hom, donde disfrutamos un montón. Compramos plátano frito y otros dulces, mascarillas de diseño para la boca, de colorines y con flores o animalitos, muy Agatha.



También compramos esta fruta cuyo buen sabor es directamente proporcional al mal olor que desprende, hasta el punto que en algunos hoteles tienen prohibido llevarla a la habitación. Después, nos dimos un masaje de pies de rigor (una hora, 2,80€) en los alrededores del mercado, típico vietnamita dijeron, y nos pusieron paños calientes así sin avisar...

El colmo fue cuando al terminar una de las chicas nos pidió propina. El masaje me gustó, y aunque nos pareció un tanto descarada, busqué la cartera para darle algo. Tiempo perdido, porque ella quería dólares y la rechazó. Pues adiós.



El barrio francés es muy chic, con grandes avenidas y unos
edificios de la época colonial preciosos, con tiendas más monas y muchas galerías de arte. Las pinturas que vimos preciosas, pero difíciles de transportar...


Llegamos andando al barrio antiguo. Muchas de las casas, obviamente, son muy antiguas y tienen una arquitectura un tanto especial, con fachada muy estrecha y mucho fondo, algunas con balconcito, pocas ventanas y parece obvio que con poca luz. La razón de esa estrechez es tenían que pagar impuestos según los metros de fachada que tuviera la casa, y por lo tanto la gente construía casas con la menor fachada posible y el máximo fondo….

Quizás el hecho de no tener ventanas hace que prefieran hacer su vida en la calle, como si no hubiera ya bastante follón con las motos, brurrg!! Los pobrecillos de las bicis no molestan, pero es que los de las motos..., entre que se mueven en una dirección que solo ellos saben (allí "está permitido" cruzar en diagonal), y que conducen super-rápido y pitando sin parar...

Claro, que también te ríes con ellos porque no me diréis que no os troncharíais al ver a un tipo en una moto con una bañera "protegida" con dos cartones y unas cuerditas, de ese modelo triangular que se adaptan a las esquinas, y me refiero a una de las puede uno ver en catálogos de baños, que mi madre decía que..., "hombre, bien atada...", dando por hecho que era de juguete... Ha sido el top-10 de todo lo visto, porque escenas de tres y cuatro personas en una moto era bastante normal, yo creo que hasta que no son 5 de familia no compran la segunda moto. En la modalidad de bicicletas tenemos al tipo que llevaba la cama de matrimonio, ya montada, con su cabecero y todo. No hay documento gráfico de nada de esto, pero os aseguro que es cierto. En definitiva, Hanoi es una ciudad alucinante y me encantó, pero no viviría allí ni harta de ron.

Las calles de este barrio conservan todavía nombres de gremios: farolillos, bambú, hojalateros..., vamos, muy pintoresco todo ello. Sería un lugar hasta agradable para pasear si no fuese porque tienes que compartir el espacio ya que las estrechas aceras se convierten en un parking en batería para motos. Los huecos libres que podrían ser usados por los peatones los han pillado los comerciantes y los tropecientos de chiringuitos de comida con sus mini-taburetes y mes-itas comprados en el ToysRUs. Y si a esta escena le pones volumen, con el sonido de las motos y los gritos de los lugareños que te ofrecen una moto, fruta o alojamiento...

Era ya bastante tarde cuando llegamos al hostal y cenamos en un sitio próximo (Nam Thang, junto al Mike's Hotel), cutre, cutre; pero, creo que fueron las únicas personas amables que nos encontramos, tanto es así que volvimos en dos ocasiones más!!! Tenían sólo tres mes-itas y muy pocas sill-itas. Núria era uno más de ellos, con su sopa por 40 Ctm/€, y yo con mi bocadillo por el mismo precio, de ternera con verduras pasadas por la sartén, sipp, es raro, ya lo sé. Otro día probamos la parrillada,... cenamos ambas con cerveza por mucho menos de 3 euritos y muy bueno todo, y además te lo ponen para llevar!!! De nuevo a hacer la mochilita para el viaje a la bahía...